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Los lugares equivocados

¿Reconoces la sensación de siempre estar en el lugar equivocado en el momento equivocado? Desde que estaba pequeña creía que todo pasaba por algo, que todo llega en el momento en que debe llegar y que apresurar las cosas es ir en contra de lo que el destino tiene preparado para nosotros.

Sin embargo, mientras fui creciendo y fui adentrándome más al mundo de adulto la sensación de inmediatez se iba apoderando de mí. Tenía la necesidad de estar siempre en el lugar adecuado en el momento correcto para así poder aprovechar las “oportunidades de la vida” y poder hacer mi vida como yo la quería. Pero a veces las cosas como las queremos no son lo mejor para nosotros, y no nos damos cuenta de eso hasta que tenemos el agua hasta el cuello.

Me llamo Isabela, y soy la protagonista de esta historia.

Capítulo I

– Isabela, ¿Por qué no te sientas en el puesto de adelante para ver el espectáculo de danza?

– Mamá, aquí estoy bien, aquí se ve todo muy bien.

La verdad es que nada se veía bien desde donde estaba, pero estar en la primera fila del teatro me generaba muchísima ansiedad ¿y si me escogían a mí para pasar al frente? Obviamente quería ser parte de la academia pero me moriría de la vergüenza de solo imaginar que me equivocaba frente a toda esa gente. Así que me quedé en aquella esquina, oscura, lejos de la tarima y con una niña enorme delante de mí que no me dejaba disfrutar de la que estaba sucediendo delante.

Así fue, como en medio del espectáculo pasó lo que ya yo me esperaba, llamaron a la niña que se sentó donde yo me hubiese sentado en un primer momento. “Uff de la que me salvé fue mi primer pensamiento”.

Como pensaba, ella debía participar en el espectáculo y realizar un dueto de baile junto a uno de los bailarines de la academia, la verdad es que no bailaba mal, sus movimientos eran fluidos y a tiempo con la música, pero yo tenía la certeza de que podía hacerlo mejor.

En cuanto termina todos, incluyéndome, le aplaudimos sorprendidos. La verdad para ser improvisado todo le había salido muy bien. Para sorpresa de los presentes la directora de la academia se levanta de su asiento a un lado de la tarima y le ofrece una beca para ser parte de la escuela más prestigiosa de baile de la ciudad. Nadie se lo esperaba, era una oportunidad enorme para ella ya que le abriría las puertas del mundo artístico y del baile. Sin dudarlo lo aceptó y bajó a celebrar el logro junto a sus padres.

Yo veía todo en silencio, analizando la situación, cuando mi mamá me dijo aquellas palabras que yo ya estaba pensando pero tenía miedo de decir en voz alta “Si te hubieras quedado en ese asiento la beca hubiese sido para ti”.

Esas palabras retumbaron en lo más profundo de mí y se quedaron conmigo por muchos años. En ese momento decidí que sería yo quien decidiría muy futuro de ahora en adelante, me prohibí cambiar de opinión en todo lo que decidiera de ahí en más, porque si ya lo había decidido es porque eso era ¿no?

Capítulo II

Así viví mi vida durante los siguientes años, como una persona decidida y segura de sus decisiones, aunque muy pocas veces me sintiera así realmente, al final todo salía bien.  

Muchas veces dudé de lo que estaba haciendo, pero las palabras de mi mamá retumbaban en mi cabeza una y otra vez, así que seguí mi camino siempre pisando fuerte. Todos a mí alrededor me veían como un ejemplo a seguir, yo no me sentía para nada así. No sabía lo que me pasaba, mis más cercanos me alababan por todo lo que había logrado, por tener una vida que los demás soñaban.

Con 25 años ya me había titulado en medicina y tenía planes de casarme con un hombre maravilloso. Pero algo dentro de mí no se sentía bien ahí.

Siempre había hecho lo que se esperaba de mí, ser la mejor estudiante, graduarme con honores, ser emprendedora, una chica impecable. Nunca dejaba espacio para la incertidumbre, siempre planificaba muy bien el siguiente paso que iba a dar.

Pero me encontraba en un momento de mi vida donde me sentía perdida. Todo por fuera se veía consolidado, pero en mi interior había una vocecita que me decía “¿así será el resto de mi vida?

Claro, no voy a negar que tener la vida “resuelta” a los 25 años no es maravilloso, claro que lo es. Pero también sentir que eso era todo lo que tenía para mi vida era abrumador.

Desde aquel día en esa presentación de baile me determiné a estar en el lugar correcto en el momento adecuado y así lo había hecho, pero ¿y si todo este tiempo estuve equivocada, saliéndome de la ruta que había trazado el destino para mí? ¿Y si había modificado todos los planes del universo para hacer lo que yo pensaba que estaba bien? Tenía muchas preguntas en mi cabeza, ninguna tenia respuestas.

– Me estoy volviendo loca Nicole.

– Que va, esa es la crisis de los 25 años. Estas a punto de casarte y de formar una nueva vida.

– Es que justo es eso, no quiero esta vida. No me quiero casar aun, no quiero ser esa persona que todos quieren que sea.

– ¿Y qué quieres ser?

– No lo sé, siempre he querido mudarme a una ciudad pequeña y tranquila. Con hermosos paisajes para recorrerlos con el amor de mi vida.

– ¿Crees que ese amor del que hablas te lo puede ofrecer Jaime?

– ¡Claro que sí! Yo lo amo. Pero no sé si el está dispuesto a hacer estas cosas conmigo.

– Si no hablas con él nunca lo sabrás, en cambio podrías lastimarlo y sé que eso no es lo que quieres.

– Debo pensar muy bien todo…

Capítulo III

Nicole tenía razón, necesitaba hablar con Jaime y contarle todo lo que sentía. Estaba demasiado confundida, se acercaba la boda, y no estaba segura de si realmente eso era lo que yo quería.

Si de algo estaba segura era del amor profundo que sentía por Jaime, luego de años de relación habíamos creado una conexión muy fuerte, habíamos crecido juntos y sorteados muchas dificultades en equipo. Lo amaba y él era el amor de mi vida. Pero el camino que habíamos construido juntos yo no lo quería recorrer más, y no porque ya no quisiera estar junto a él, sino porque yo ya no me encontraba bien viviendo la vida que teníamos.

No sabía cómo decirle todo eso que sentía, tampoco creía que el momento perfecto llegaría. ¿Cómo le dices al amor de tu vida que crees que sus caminos están a punto de separarse? No había forma de decírselo sin que eso lo lastimará y de solo pensarlo el corazón se me rompía en mil pedazos.

Era la primera vez que sentía una lucha interna dentro de mí, la parte racional de mi cerebro me decía que era la mejor decisión que podía estar tomando y mi parte emocional me gritaba que no siguiera ese camino. Al final me decidí y dije que seguiría mi intuición. Ahora la pregunta era ¿Cómo lo tomaría Jaime?

Pasaron los días y yo no había dicho nada al respecto de cómo me sentía, cada vez que lo intentaba sucedía algo que me hacía arrepentirme. Jaime era la persona más maravillosa que yo conocía, no quería hacerle daño.

Pero un día no pude más y explote diciendo todo lo que tenía en la cabeza, sin duda no fue en el mejor momento, pero así fue y ya no había vuelta atrás.

Estábamos discutiendo sobre la decoración que tendría la estancia el día de la boda y de mi boca salió un “no quiero hacer esto”.

  • ¿Qué paso? ¿No te gusta la decoración?
  • No Jaime, no es eso.
  • ¿Qué sucede?
  • No quiero seguir con los planes de la boda

Mi corazón iba a mil por hora y mi mente calculaba todos los posibles escenarios. Jaime no respondía y lo que fueron minutos para mí fue una eternidad.

  • ¿Qué paso? No lo entiendo…

Estaba consternado, sus ojos se veían perdidos y sus facciones eran de seria preocupación con un deje de tristeza. Me rompió, en ese momento comencé a llorar y seguí diciendo.

  • Yo tampoco lo entiendo, pero ya no me siento bien con esto, no estoy segura si es lo que quiero hacer en realidad, si este es el camino que quiero para mi vida. Estoy perdida.
  • ¿Qué te hice? Hablemos, lo podemos solucionar…

Intentó tomarme las manos pero yo sentía que debía huir del sitio, mis emociones pudieron más que yo, rechace el contacto y le dije.

  • No, no puedo, es una decisión ya tomada y no creo cambiar de opinión. Te amo, pero no puedo seguir más así.

Y me fui, con el corazón roto, confundida y aún más perdida de lo que ya me sentía, dejando a la persona que lo había dado todo por mí detrás. ¿Estaría haciendo lo correcto?

Capítulo IV

Luego de esa conversación no vi más a Jaime, el intento hablar varias veces conmigo pero yo no quería, siempre lo rechace, no sabía qué decirle porque sentía que no me iba a entender.

Se canceló la boda y corte conexión con la mayoría de las personas con las que hablaba en ese entonces. Solo quería encontrar mi camino, aquel que de verdad me haría feliz. Pero no sabía cuál era ese en realidad, en mis 25 años nunca había ahondando realmente en eso.

La verdad era que me gustaba cocinar, era algo que disfrutaba realmente pero siempre había sido un hobbie. Me encantaba preparar comidas saludables y compartirlas con las personas que más amaba. Ver como disfrutaban de los platillos preparados por mí me llenaba de satisfacción.

Me di cuenta que en el fondo siempre había soñado con tener un pequeño café en donde las personas pudieran ir a disfrutar de comida deliciosa pero a la vez muy saludable. Un lugar pequeño y acogedor.

Una vez decidido tenía que comenzar a trabajar para eso, no fue fácil, tenía la mente nublada y el corazón lastimado. Nada quería más en este mundo que Jaime fuera mi equipo para transformar este sueño en realidad, pero las cosas no habían terminado bien, no hablamos más e igual no sabía si él quisiera esto.

Era una apuesta arriesgada, tenía que dejar todos mis ahorros en este proyecto y trabajar día y noche para conseguirlo. Pero me llenaba el alma de solo pensarlo convertido en realidad.

Algo inevitable en medio de este proceso fue tener algunas discusiones con mis padres y demás personas que se extrañaban de todo lo que estaba sucediendo, sobre todo con mi madre.

– Isabela, pero ¿qué te está pasando por la cabeza?

– Ni yo misma lo se madre, solo quiero hacer lo que me hace feliz. Crear la vida que quiero vivir.

– ¿Pero qué paso con todos los años estudiando medicina? ¿Qué paso con todo el tiempo que estuviste enamorada de Jaime? ¿Por qué así, de forma tan abrupta?

– Me gusta la medicina, pero no es mi verdadera vocación y a pesar de todo el tiempo que le dediqué no quiero seguir en esa profesión. A Jaime lo sigo amando, sigo enamorada de él pero no quiero arrastrarlo a una vida que no le haría feliz, ni yo obligarme a vivir una vida que no me llena. Y fue así tan abrupto porque quizá me di cuenta que siempre estuve en el lugar equivocado.

Quizá ese día en la muestra de baile si estaba sentada en el lugar correcto, mi destino no era seguir el camino de la danza y haber cambiado de opinión a último minuto me salvó de haber dedicado mi adolescencia a algo que realmente no me gustaba tanto. Y quizá todo este tiempo me he obligado inconscientemente a sentarme en la silla que todos creían era la correcta para mí, tanto me lo repitieron que me lo creí por muchos años. Hasta que me di cuenta que no me sentía cómoda en ella, que la espalda me dolía y que el asiento era muy duro.

  • Tu forma de ver las cosas me deja sin palabras, ni siquiera recordaba aquel día en el teatro, no sabía cómo te había marcado aquellas palabras que alguna vez dije. Hija yo solo quiero verte feliz, y si esta es tu felicidad yo te apoyo. Pero te daré un consejo, habla con Jaime, él te ama y tú a él y quizá el amor los haga llegar a un acuerdo que les sirva a los dos y los haga felices a ambos, no dejes ir al amor de tu vida.

Capítulo V

Nuevamente, mi mamá sabía como siempre, me dijo unas palabras que me hizo pensar. Pero no sabía qué hacer ni cómo actuar, estaba segura que si Jaime no me odiaba igualmente no me querría ver jamás en su vida. Pero a veces el destino nos pone en el lugar correcto en el momento indicado.

Ahí estaba yo, en el parque despejando mi mente haciendo yoga cuando me topo con Jaime, él me ve y sonríe, veo que se acerca a mí y mi corazón se comienza a acelerar, me siento como una adolescente enamorada.

Nos saludamos, lo invite a sentarse y sin que fuese incómodo comenzamos a hablar y nos pusimos al día. Le comenté de mis planes, del café y de cómo iba marchando todo. Él me dijo que había comenzado a dedicarle tiempo a la escritura que era lo que lo apasionada, que yo lo inspiré a perseguir su sueño de escribir un libro. Me sentí muy orgullosa de él.

Sin buscarlo de inmediato volvimos a conectar y las horas se nos pasaron volando, junto a él era como si no pasara el tiempo, y el mundo a nuestro alrededor se desdibujada. Solo éramos él y yo y eso estaba bien.

– Te sigo amando.

Le dije.

– Yo nunca te he olvidado.

Me largue a llorar, él lo entendió todo. En un principio sí estuvo molesto conmigo, pero cuando todo se calmó supo que hice lo que tenía que hacer. Nunca nos dejamos de amar, solo teníamos que encontrarnos a nosotros mismos para ser mejores en conjunto.

Luego de algunos meses nos casamos, una boda pequeña e íntima. Era cuestión de tiempo para que comenzáramos a trabajar juntos, el proyecto del café mutó a una librería-café, unimos nuestros proyectos para hacer uno aún mejor. Fue todo un éxito.

A veces queremos forzar las cosas para que el resultado sea justo el que queremos, pero quizá no el que necesitamos. El destino siempre nos pone en el lugar correcto en el momento indicado, solo debemos confiar.