Elisa
Te escribo esto por qué sé que cuando llegue a ti, ya estarás lejos y nada de lo que te diga podrá cambiar lo que sentimos. En el fondo no sé si quiero o no que esto cambie, aunque en definitiva amarte de esta manera sólo me lastima y creo que a ti también te pasa lo mismo.
CAPITULO I
Quizás sea mejor entonces que nos amemos diferente o que nos amemos menos o que no nos amemos en lo absoluto. Ya sé que mi pragmatismo siempre ha generado problemas en nuestra relación y ahora mientras escribo esta carta me doy cuenta de que quizás la mejor manera de empezar no es ésta, sino alguna conversación casual, quizás preguntarte algo para sonar un poco menos insistente, pero, ¿cómo quieres que haga si yo no soy así? No aprendí jamás a disimular lo que yo siento. Tal vez tú pensarás en mí como una cerilla que se enciende hasta consumirse, pero yo me siento más como una antorcha que nunca se apaga. Ya no sé cómo hacer para convencerme y convencerte a ti de que esto que sentimos está bien, que no hay necesidad de estar ocultándolo para sentirnos menos vulnerables, ya somos vulnerables y no veo nada de malo en ello.
Hoy después de despedirme de ti en el aeropuerto, me quedé mirando desde el techo del auto hasta que saliera tu vuelo, estuve largo tiempo vigilante hasta que vi el avión en el que me dijiste que ibas abordar. No sé por qué me gusta lastimarme con estas cosas, pero no puedo ser de otra manera Elisa, yo siempre te voy a extrañar, yo siempre te voy a querer, incluso si un día ya no me quieres tú a mí, ¿qué te puedo decir? Así es como soy. Mientras tu avión se perdía en el cielo, yo sólo pensaba que ni siquiera nos pudimos dar un beso antes de irte porque estabas muy ocupada pensando, pensando y pensando. No sé de qué te serviría pensar tanto en conflictos irresolubles, para mí es como preguntarse quién fue primero, el huevo o la gallina, son cosas que no se resuelven con la mente, simplemente cuando te preguntan eso les respondes que son unos idiotas, que se vayan a otro lado a hablar tonteras y lo dejas ir, pero no, tú no eres así y eso también es algo que yo debo entender, pero quiero que sepas algo: A mí no me importa, incluso si me molesta, no me importa, aunque me lastime, porque yo sé que tú sientes lo que yo siento y eso muchas veces es suficiente para agradecer el haberte encontrado en mi camino.
Hace 2 años nos conocimos y enseguida supe que lo que escondías era precisamente lo que yo estaba esperando con el corazón en la mano.
No te voy a mentir, al principio me molestó que te negaras a dármelo porque, después de todo, si tú lo tenías era para dármelo a mí, ¿o no? Pero entendí que tuvieras miedo, incluso si yo también sentía lo mismo. Cuando te vi por primera vez algo de tu belleza me conmovió hasta el punto de querer resguardarte, incluso de mí. No porque yo quisiera hacerte daño, tampoco porque sintiera que incluso contra mi voluntad te podría poner en riesgo, sino porque sé que tengo un fuero interno implacable y me cuesta mucho callarme la boca, me di cuenta inmediatamente que eso podría inquietarte y nunca quise eso. Si no fuera yo como soy, me hubiese gustado poder brindarte calma, pero ya sé que desde el principio te ha escandalizado mi intensidad. Si tú pudieras sentirte un minuto como yo me siento cuando te veo entrar a cualquier habitación, quizás podrías entenderme mejor Elisa. Tal vez si me entiendes, pero nunca vas a poder sentir lo que yo siento, gracias por intentarlo, te amo y sé que todo esto no es nada fácil para ti sobre todo.
CAPITULO II
¿Te acuerdas aquella vez que nos fuimos a la Mar de ajó? Me gustó mucho que no pudieras resistirte a irnos a un lugar donde nadie nos conocía, sé que allá te sentías libre y se notaba que eso te hacía mucho bien. Recuerdo la tarde en que me tiré a echar una siesta, cuando me desperté me asomé por la ventana y te vi sentada en el porche de la cabaña, frente al mar, llevabas ese vestido que te regalé y estabas muy conmovida. Yo sabía en qué estabas pensando y por eso no fui hasta ti, porque necesitabas estar sola, pero no pude evitar mirarte largo rato hasta que te paraste y caminaste hacia la orilla, te metiste al mar con todo y vestido, por un momento me asusté mucho pero vi que flotabas en la superficie y me quedé expectante.
Ya estaba cayendo la tarde y todo se veía rosado, tú eras una sombra y esa sombra la llevabas por dentro también, pero te veías tan hermosa cuando saliste del mar y el vestido se aferraba a tu cuerpo como yo me aferro a ti ahora. No sé si estabas llorando o no porque estabas toda empapada, pero sospecho que siempre escoges con cuidado los lugares para llorar, así nadie se da cuenta, por eso siempre lloras en la ducha, donde te sientes segura pero también donde más te conviene. Eres así, práctica pero sensible. Recién nos conocíamos entonces y no me atrevía a preguntarte nada, no como ahora que quiero saberlo todo y te incomodo con mis preguntas. Perdóname Elisa, me muero por saber qué piensas, siempre eres tan silenciosa.
Cuando volví del aeropuerto me encontré con la carta me dejaste en mi pieza, quería responderte a eso pero ya ves que me dejé llevar por otras cosas. Para serte sincera, estuve pensando un montón en lo que me dijiste y la respuesta es sí, claro que sí, ¿cómo te atreves a preguntarme semejante cosa?, ¿es que acaso no tenía pensado hacerlo antes de que me lo pidieras?, ¿por qué no responder a tu cuarta con una simple nota que diga: “Sí, Elisa, la respuesta es sí”? Bueno, qué se yo. Lo que sí sé es que hoy, al volver estuve a punto de sacar un pasaje para la semana que viene, pero luego me lo pensé mejor. ¿No te estaré arrinconando sin permitirte tener el tiempo que necesitas para estar sola? No quiero eso y tampoco sé si es lo mejor para mí. Tal vez deba quedarme un rato más acá para organizarme y desprenderme de ésta fijación, para así amarte bien, amarte mejor.
CAPITULO III
Eres maravillosa, tienes un corazón tan profundo y vasto, siempre puedo volver al día en que nos juntamos en la plaza más grande de Parque Patricios y te abracé tan fuerte, tan íntimamente que te pusiste a llorar y me dijiste que por favor no te tocara así, pero no porque no quisieras sino porque tenías miedo de que nos vieran y temblabas de pensar que alguien pudiera descubrirte, pero aún así algo en tu fuero interno se rebeló contra toda esa angustia y me besaste largo rato, yo me sentía como cuando salía del colegio y me escondía en el jardín botánico para besarme con mi novia de aquellos días. En ese beso, no había nada más que ternura y verdadera entrega, por eso todavía cuando pienso en eso se me retuerce el estómago de emoción y siento que me voy a descomponer. Ese día me dijiste que me amabas y que sentías mucho no poder ser mejor para mí, pero en realidad era yo quien se sentía como la peor opción.
Porque muchas veces fui egoísta al pedirte que por favor me tomaras la mano, o que me dieras un beso mientras viajábamos en el tren, creía que te estaba ayudando a dejar el miedo atrás pero en realidad sólo te estaba presionando para sanar una herida que aún estaba abierta y fresca.
También hice lo otro que me pediste, fui a ver a tu mamá para explicarle que te habías ido. Estaba bastante confundida al principio, después se molestó y finalmente se puso muy triste. Yo me quedé en la sala de su casa sin decirle mucho más porque ella hablaba sin parar, pero no sé si fue una buena idea que me mandaras a mí a hacer eso. Yo sé que tú la amas y siempre la vas a amar aunque te lastime, pero no puedo evitar encenderme en llamas. Ya al final de su perorata sobre lo duro que había sido entender cómo eres, quise preguntarle si es que ella se sentía en posición de juzgarte. Ya sé que estás empeñada en que no sabe nada de lo nuestro, pero yo insisto en que no seas ingenua, tu mamá sabe y la única razón por la que me recibió en su casa fue porque sabía que yo tenía la información sobre tú paradero e intentó, con su formalidad, sacarme tu dirección. Evidentemente no se la di, ahí se terminaron todas sus atenciones y por poco no me saca las galletas de la boca y me hace escupir el té. Ella sabe que te amo, no quiere decir nada porque en el fondo sostiene las esperanzas de estar equivocada, pero el hecho de que yo fuera llevarle la noticia fue un remolino de sentimientos encontrados. Por un lado la sentí feliz de ver que no había ido contigo, por otro lado le molestó saber que me escogiste a mí para llevarte, la indignación que le dio que me hayas enviado hasta su casa… Creo que hubieras disfrutado un poco esa indignación, aunque te hubiese dolido en el fondo, creo que incluso tu madre podría acostumbrarse a la verdad si tú te mantuvieras firme, tal vez ahora que están lejos lo podrías considerar.
Boté todas las cosas que me pediste que botara, pero no me atreví deshacerme de tus cuadernos, ya sé que todos esos testimonios te generan mucho dolor, pero no puedo botarlos. Nadie tiene que leerlos, ni siquiera yo, pero tú te tomaste el tiempo de contar lo que has vivido y no puedo permitir que ahora los botes. Los guardé, en un lugar seguro, por favor no te angusties al respecto, te prometo que nunca los van a encontrar. Con respecto a Jeziel, sé que ya está enterado de tu partida y por supuesto que se ha armado un escándalo, ya lo sabe toda su familia, pero hasta donde me informaron, no tiene ninguna intención de buscarte porque está muy indignado y no quiere saber nada de ti. Pasó lo mejor, ahora eres libre Elisa, todos los que antes se animaban a controlar tu vida, ahora te desconocen pero yo, que no quiero más que compartirla, siempre te voy a cuidar. Quiero que entiendas que puedes estar en paz, que todo salió bien. No llores por quienes se quedaron sumergidos en la cárcel que se han procurado con tanta insistencia, ellos no merecen nada más que lo que han cultivado y tú, te mereces ser quien eres porque eres perfecta de esa manera, perdóname por haberte pedido más de lo que me podías dar y creer que todo era tan simple, ahora entiendo que no lo es. Sé que tu corazón ya me perdonó, por eso es que te admiro, porque no conoces el rencor y cuando vi tu carta invitándome a buscarte, casi se me escapa el corazón por la boca, es todo lo que quiero, pero te daré el espacio que necesitas.
CAPITULO IV
Me figuro que dentro de dos meses estaré junto a ti, sé que es mucho más tiempo del que queremos esperar pero yo también necesito tiempo para ser mejor, para ti amor, solo quiero ser mejor para ti y por ti. Éste tiempo lo usaré para reflexionar y también poner en orden algunos asuntos que he dejado pendientes debido a lo agitado de tu partida. También quiero estar completamente segura de que Jeziel no va a querer irse detrás de ti, ya sé que los papeles del divorcio están firmados y ya no hay vuelta atrás, pero éstos fanáticos sienten que tienen poder sobre las mujeres incluso por encima de la ley que nos rige a todos, tan confundidos están. Mientras tanto estaré acompañándote a la distancia y espero recibir noticias pronto sobre tu llegada, espero que Ana te esté tratando bien, estoy segura de que entablarán amistad muy pronto porque ella tiene un corazón de oro y quedará por completo encantada contigo.
Gracias Elisa, por amarme, por huir de todo, incluso de mí, para aprender a ser libre como siempre has debido ser. Mi corazón está contigo, esperando que el momento en que podamos volver vernos y nunca más separarnos. Ya sé que te he dicho que no creo en Dios, eso te espanta y no quiero espantarte, por eso te confieso que he agradecido de rodillas cuando recibí tu carta, junté mis manos en oración para desear que llegues sana y salva, que te colme de bendiciones porque, eres entre todas las personas, la que más sufrimientos ha tenido que atravesar para encontrar su camino hacia él y recé para yo también creer, encontrarlo y sentir lo que siento por ti, absoluta devoción. No me digas que es pecado sentir eso por una persona, no me digas que no eres digna de adoración, ya no me intentes convencer de que entre todas eres la más indigna, si realmente piensas que Dios te creó y te puso en éste mundo para atravesar todas éstas penurias, entonces debes entender que adorarte es adorar su obra y que amarte a ti, me acerca a él, porque el pecado nunca fue tan malinterpretado y toda creencia acerca del ser más piadoso como un ser que castiga, no es más una aberración y una herejía. Nuestro amor es tan sagrado como toda su creación, porque aunque tú y yo no seamos más que mortales, no vinimos para que otros indignos nos digan lo que está bien y lo que está mal, amarte ha sido lo mejor que he hecho con mi vida y que tú me ames es la única recompensa que espero a cambio de todas las angustias que nos ha tocado vivir.
Descansa amor, hoy puedes dormir tranquila, nada de lo que dejaste atrás te pertenece, excepto yo. Como ese día que te metiste al mar, hoy nadie te mira, nadie te conoce, puedes hacer lo que quieras hacer y yo seré feliz de saberte renovada, ya no eres una sombra, ahora era la luz de la tarde mi amor, ahora no tienes que cubrirte de la oscuridad del mundo, todo eso ya no existe en nuestras vidas. Iré a enviarte ésta carta y luego caminaré hasta la plaza de Parque Patricios, me gusta estar ahí porque recuerdo cuando me besaste por primera vez y eso me dará fuerzas para enfrentar éste tiempo lejos de ti y convertir esta pena en frutos dulces para que podamos compartir la vida que nos animamos a soñar. Eres todo lo que amo del mundo,
Eternamente tuya,
Lucía