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El amor llega cuando menos lo esperamos

Nunca creí en el amor. Crecí en una familia de padres divorciados, mudándome constantemente y sin hacer conexiones profundas con nadie. Toda mi vida había visto como diferentes hombres le rompían el corazón a mi madre, tras vivir su dolor y sus constantes depresiones yo me juré no pasar por lo mismo. Yo no perdería mi vida detrás de nadie.

Capítulo I (Katy)

Lunes, el primer día en mi nuevo trabajo como asistente del jefe de una fábrica de tarjetas de regalo. Era nueva en la ciudad y ese fue la única vacante que conseguí. No era el mejor trabajo del mundo pero sin duda pagaba las cuentas, igual no todo era tan aburrido, las personas eran agradables y el ambiente bastante ameno.

Con el paso de los días poco a poco fui conociendo a mis compañeros de trabajo. Un día me invitan a un bar luego de terminar la jornada para tomar algunos tragos y cantar karaoke, no conocía a muchas personas y me parecía un excelente plan  así que acepte.

El bar no era un lugar ostentoso, en realidad era barato pero muy acogedor, luego de algunas copas no se notaban las faltas de pintura y el baño sucio. La estábamos pasando muy bien cantando y tomando, finalmente luego de algunas rondas llegó mi turno de cantar en la tarima, así que con mucha emoción y risas subí.

La verdad el alcohol ya estaba haciendo efecto en mí por lo que cantar a dueto con el creativo de la empresa no me pareció mala idea.

John se llamaba este chico y la verdad cantaba muy mal, yo no era Celine Dion pero al menos le atinaba a una que otra nota. A pesar de su falta de afinación lo compensaba con un gran carisma que hacía a todos reír con mucha facilidad. O al menos a mí me parecía que esto era así.

De inmediato me cayó muy bien, y parece que yo a él también porque hablamos durante el resto de la noche, hasta que llegó el momento de irnos a casa, se ofreció a llevarme pero negué la invitación. Prefería caminar, mi apartamento estaba a tan solo diez minutos. Siempre fui muy independiente.

El lunes siguiente todo parecía muy normal, nadie recordaba las vergüenzas que habíamos pasado todos en el karaoke, aunque mi percepción iba más a que todos hacían como si nada, o quizá ese día estaban todos demasiado borrachos. El punto es que no se comentaba de lo sucedido, como si nunca pasó.

Ese mismo día un poco más tarde me topo con John en el ascensor, nos saludamos cordialmente y apretamos cada uno la dirección del piso al que se dirigía

– Oye, que buena canción

– ¿Disculpa? No te escuche

– Que tienes gustos musicales muy buenos ¿The Smith no?

– ¡Si! ¿Quieres escuchar un poco?

Respondí afirmativamente y me compartió de sus audífonos hasta llegar a planta baja en donde nos despedimos hasta el día siguiente.

Capítulo II (KATY)

John y yo no hablábamos mucho durante el día, aunque si cruzábamos miradas muy seguido en la oficina. Así pasó durante semanas hasta que las miradas se convirtieron en encuentros por “casualidad” en la máquina de café o en la sala de impresión. En donde, tratando de parecer distraídos pasábamos muy cerca uno al lado del otro o “tropezábamos sin querer”.

Este juego duró un par de semanas, yo lo disfrutaba mucho y daba pie para que siguiera sucediendo. La verdad me estaba comenzando a gustar John y era más que obvio que él tenía sus ojos puestos en mí.

Un día, en la sala de impresión estábamos los dos, como en cualquier otro encuentro casual que de casualidad no tenía nada, coqueteando abiertamente el uno con el otro, cuando sin pensarlo mucho y dejándome llevar por mis impulsos lo bese, al principio comenzó como un pequeño beso a escondidas de los demás, pero termino subiendo las revoluciones convirtiéndose en un beso apasionado que nos dejó sin aliento a los dos.

Desde ese día las escapadas a la sala de fotocopiado fueron mas seguidas, cada vez más extensas, cada vez más apasionadas. Hasta que John dio el paso que yo no estaba segura de dar.

  • ¿Quieres salir a comer al finalizar la jornada?
  • Si claro, ¿Por qué no?
  • Está bien, nos vemos a la salida. Irán los chicos.

Respire, era una salida de amigos como cualquier otra. No era una cita, mucho menos una salida romántica. Solo saldríamos como los dos amigos que éramos. ¿No?

Sin embargo cada vez las citas con amigos eran menos continuas, pero eso no quería decir que John y yo dejáramos de quedar. Comenzamos a salir nosotros solos cada vez más seguido. Y no puedo negarlo, realmente me divertía con él, me reía un montón y disfrutaba mucho de su compañía.

Capítulo III (JOHN)

– ¿Cómo comenzó todo?

– Luego de aquel día en el karaoke comenzamos a coquetear en la oficina, al principio de forma muy disimulada pero luego todo se volvió más intenso, hasta que un día, sin yo esperarlo me besó en la sala de fotocopiado.

– ¡No!

– Si, así mismo. Jamás pensé que todo escalaria tan rápido, pero los besos cada vez eran más seguidos y más largos, de inmediato comenzamos a salir.

– ¿Están saliendo?

– Bueno, realmente no lo hemos hablado formalmente, pero claro que estamos saliendo.

– ¿Cómo estas tan seguro de eso?

– Bueno, nos tomamos de las manos, vamos al cine, a veces me quedo en su apartamento, ella se queda en el mío, compartimos todo, cocinamos juntos. Eso es estar saliendo ¿no?

– Mmm… Creo que es algo que deberías hablar con ella y no dar por sentado.

Bueno, mi hermana quizá podría tener razón, era algo que debía hablar con Katy sin embargo yo no lo veía necesario.

Se notaba el amor entre nosotros, todo en nuestra relación era color de rosa. Yo la pasaba muy bien con ella, era la chica perfecta. Tan solo de pensar en ella mi día se volvía más feliz.

Su largo cabello lacio, sus labios rosados, sus grandes ojos verdes, su piel de porcelana, sus manos pequeñas y frágiles. Todo en ella era perfecta. Si, quizá me estaba enamorando, pero ¿cómo no hacerlo?

– ¿Qué ruta es más rápida para llegar al museo?

– Toma cualquier igual a esta hora no hay tanto tráfico, es domingo a las 10 de la mañana ¿Quién sale un domingo a las 10 de la mañana?

– Mmm… nosotros

– Eso es cierto, todo sea por ahorrarnos un poco más en las entradas al museo.

– Katy, ¿tú y yo que somos?

– ¿A qué te refiere con “qué somos”? Amigos ¿no?

– ¿Amigos?

– Si, amigos. ¿No somos amigos?

– Si, si somos amigos, obviamente jaja.

Amigos, me había dicho que somos amigos. Pero ¿Cómo amigos? Los amigos no se besan en la boca, ni se acuestan juntos, ni salen los domingos a las 10 de la mañana.

Eso me dejó completamente desconcertado. Yo estaba enamorado de ella ¿ella no de mí? Pues demostraba completamente lo contrario. No lo entendía, definitivamente no lo entendía.

Capítulo IV (KATY)

¿Qué había sido esa pregunta de John? Obviamente éramos amigos, yo no buscaba una relación con nadie. Es más, yo no quiero ninguna relación romántica. Si, la paso bien con él, me gusta, es divertido, besa muy rico, es caballeroso y muy guapo. Pero eso no quiere decir que yo esté buscando una relación con él, ni con nadie

Desde ese momento la salida que habíamos planificado se volvió algo tenso en un principio. Obviamente los dos nos sentíamos incomodos ya que había muchas cosas que no estaban del todo claras. O al menos así lo percibía yo.

Al final las cosas se relajaron un poco y fuimos al parque a comer algunos helados, vi la oportunidad de decir lo que estaba pensando y le dije:

¿Cuál es la necesidad de ponernos etiquetas?

– No lo sé.

– Yo la paso bien contigo, me divierto y me gustas, no es necesario complicar las cosas ¿no crees?

– Sí, estoy completamente de acuerdo contigo. No es necesario etiquetarnos y complicar nada. Todo está bien.

Me sentí aliviada luego de esa conversación, era posible disfrutar sin dramas y sufrimiento, no había necesidad de adentrarse en zonas fangosas. Estábamos bien como estábamos y eso era lo más importante.

Capítulo V (JOHN)

En el momento en el que le dije esas cosas yo de verdad quería creer lo que decían mis palabras. Ella tenía razón ¿para qué complicarse? Así como estamos todo está bien ¿Por qué voy a dañarlo? Todo seguiría como siempre. Pero no siguió.

Poco a poco comenzó a alejarse de mí, tan tenuemente que casi no me doy cuenta, pero me si lo hice. Todo comenzó a desvanecerse entre nosotros muy sutilmente. Un día ya no se reía de mis chistes, al otro ya no dormíamos abrazados y al siguiente ya no me tomaba de la mano al caminar por el súper.

Yo sabía que algo no estaba bien, pero suprimí ese pensamiento de mi mente porque de solo imaginarlo me dolía el corazón. La amaba, y ella era todo lo que yo quería para mi vida. Ella me había dicho que no quería nada serio pero eso en algún momento cambiaria, yo sé que si, pero cada día veía más lejana esa posibilidad.

El día en que la realidad me golpeó de frente fue un viernes en el bar al que íbamos siempre. Estábamos en la barra tomándonos algunos tragos y hablando de cosas cotidianas en lo que se acerca un hombre a querer coquetearle.

Ella lo rechazaba e ignoraba, seguía hablando conmigo. Pero este tipo, evidentemente borracho no sabía aceptar un “no” por respuesta y seguía insistiendo una y otra vez, lo que volvió muy incómoda la situación.

Yo me contuve todo lo que pude, “no te metas, es su espacio, ella puede sola, solo somos amigos” me repetí internamente un millón de veces. Pero ya me estaba colmando la paciencia la intensidad de su molestia y lo incómodo que estaba haciendo un momento que era agradable, y, por sobre todas las cosas, que estaba perturbando a Katy. No lo soporte más y le di un buen golpe en la cara. Eso logró que este hombre la dejara en paz, pero también hizo que Katy se enfureciera conmigo.

Ya en casa no soporte la tensión que había entre nosotros y le dije

– ¿Qué querías que hiciera? ¡Ese tipo no dejaba de molestarte!

– ¡Yo podía resolverlo sola! No tenías por qué meterte

– ¿Cómo que no tenía por qué meterme?

– ¡No! Cruzaste la línea. Tus celos se apoderaron de tus acciones cuando yo estaba manejando la situación.

– No estaba manejando nada, ¡él no te dejaba en paz!

Lo estaba ignorando y tratando de que se fuera de forma pacífica.

– Eso no estaba funcionando.

Lo que no está funcionando es esto. Deberíamos dejar de vernos

– ¿Que?

– Si, deberíamos dejar de vernos.

Abrió la puerta y se fue. Fue nuestra primera pelea y la última. No lo entendía, no entendía nada. Me quede ahí con el corazón hecho trizas y con un vacío en el pecho.

No nos vimos más, tarde meses en entender todo y lograr entenderla a ella. Yo me había enamorado, si, pero ella también fue sincera conmigo en todo momento. No quería nada serio, yo lo sabía, ella me lo dijo y aun así yo tome la decisión de seguir en esa relación sabiendo cómo podía acabar todo.

Logre reponerme, pero aun pensaba en ella día y noche. No se salía de mi cabeza. ¿Qué habrá sido de Katy?

Capítulo VI (KATY)

Me fui. No pude seguir más con aquella farsa. Me sentía atrapada, consumida por una relación que John quería que fuese más seria, cuando yo quería todo lo contrario. ¿Es tan difícil solo divertirse?

Entendí que mi ciclo en ese lugar había terminado. La semana siguiente renuncié al trabajo y cambie mi número de teléfono. No necesitaba ese tipo de drama en mi vida.

Pasaron los meses y todo en mi vida volvió a la normalidad, conseguí otro trabajo e hice nuevos amigos. Entre ellos conocí a un nuevo chico, su nombre era David y de inmediato nos dimos cuenta que teníamos muchas cosas en común. Hablar con él era muy fácil y agradable, junto a él no había silencios incómodos.

Salimos un día, luego al siguiente, y luego al siguiente. Desde ese momento fuimos inseparables, siempre le tuve miedo al amor porque siempre lo había percibido como una sensación de desajuste en tu vida, pero con David todo era diferente, con el comencé a sentir que muchas piezas encajaban. No quería admitirlo, pero me había enamorado de este hombre.

Nuestra relación no era como un cuento de hadas, tampoco era como una telenovela. Solo era real, era sano y era maravilloso.

A los pocos meses nos comprometimos. Todos estaban sorprendidos con la noticia, pero sin duda la más sorprendida era yo. Pero es que todo se daba de forma tan natural que dar ese paso se sentía muy bien. Nunca creí en el amor y por primera vez tenía la ilusión de compartir mi vida con una persona. Creo que la mayor diferencia de todo es que no me sentía atada a algo que no quería. Si, con David tenía un compromiso, pero no se sentía como estar encerrada en una habitación oscura y sin luz.

Sin embargo, aún había algo que quería resolver, necesitaba hablar con John, la última vez que nos vimos no termino del todo bien y me sentía culpable por la forma en la que actué. Él fue una persona importante en mi vida, y debía darle el fin que esa historia se merecía. No tenía contacto con él, pero sabía que todos los sábados iba a sentarse en la misma banqueta del parque, aquella que tenía la mejor vista hacia la ciudad. Así que fui y lo espere.

– Hola

– Hola, ¿qué haces aquí?

– Esperándote

– ¿Esperándome?

– Si, quería disculparme por como terminaron las cosas la otra noche.

– Tranquila, me dolió mucho, pero luego lo entendí.

– También quería comentarte que me voy a casar.

– ¿Te vas a casar?

– Si John…

– Vaya… esto sí que no me lo esperaba.

– Ni yo, en realidad.

– ¿Qué cambio? ¿Qué hizo el diferente a mí?

– No lo sé, con él solo lo sentí…

– ¿Qué sentiste?

La seguridad que nunca sentí contigo.

– Vaya…

– Yo te quise John, y te quiero, pero no como tú quieres que te quiera. Y lo siento por eso.

– Está bien, supongo que es lo mejor. Yo también te quiero Katy, espero que te vaya muy bien con este chico.

A veces huimos tanto de algo que al final, en el momento en el que menos nos lo esperamos, nos termina atrapando. Y la mayoría de las veces es mejor de cómo no los imaginamos. Solo hay que dejarnos llevar.