La libertad de amar

¿Qué es más emocionante que tener 20 años y sentir esas ganas intensas de vivir, de conocer el mundo y coleccionar aventuras? Seguramente, como Angela tú también has pasado por ahí, has sentido esas ganas de comerte al mundo brotar desde tus entrañas.

Esta es la historia de una chica que como tú y como yo que ansiaba vivir en libertad y sin ataduras. Pero sin saberlo, su viaje haría que lo que ella llama libertad tuviera otro significado. ¿Te gustaría conocerla?

Capítulo I

Era una mañana de abril, como cualquier otra, sin embargo dentro de mi cabeza se enumeraban mil y un maneras de cruzar el país a dedo. Ese día cumplía 20 años y, como el gallo en lo más alto de mi casa, deseaba seguir el camino que me dictara el viento.

Así fue como una semana después armé mi bolso mochilero con las cosas que pensaba más necesarias, le dio un beso a mis padres y me lancé a un viaje si boleto de regreso.

Mi primer destino era llegar a Brasil desde Argentina. Sin duda alguna, no es poca cosa para alguien con unos pocos ahorros, el doble de ilusiones y un portugués bastante pobre. Pero sin mirar atrás ni pensarlo dos veces Sali de ese pueblito en Córdoba decidida a llegar a donde fuese posible pidiendo un aventón, siguiendo los pasos que me dictara el corazón y mi intuición.

Luego de unos pocos días viajando de esta forma mi di cuenta de lo que era el real sentido de la libertad y que de cierta manera en algunos momentos creía trascenderla. Me sentía empoderada, con el mundo a mis pies, una pequeña soñadora ya que, la Angela de hoy seguro cachetearía a esa niña de 20 años que no veía el peligro al que quizá se exponía sin contemplarlo mucho.

Todos sabemos que  a pesar de todos los avances, son épocas difíciles para el alma indomable de muchas mujeres pues normalmente eran hombres quienes se paraban a darme un aventón unos kilómetros más adelante. Realmente tuve mucha suerte de no vivir malos ratos, eso o mi ángel de la guardia me cuidaba cual custodio.

Pero realmente no pensaba en todo esto, mi corazón estaba invadido de imaginar que por primera vez en mi vida podía hacer lo que me diera la gana. Si un día amanecía queriendo estar en Colombia me iba, si al otro quería cruzar el continente, pues conseguiría la forma de hacerlo. No sabía exactamente como lo haría, pero tenía la certeza de que sin duda alguna lo lograría, y eso para mí bastaba. Era feliz.

De lo único de lo que estaba realmente segura es que no pensaba atarme a algo o a alguien en aquella etapa de mi vida, pero no conocemos las vueltas que da el destino. Sabía que este viaje cambiaria mi vida en muchos sentidos, pero jamás me imaginé la forma en que lo haría. 

Capítulo II

¿Por qué será que cuando no quieres novio la vida te los pone en frente?

Luego de varios días de viaje llegue a un pequeño poblado llamada El Rodeo, un verdadero Oasis. Caminando por el lugar me conseguí con un campamento abandonado, no había nadie cerca, fue la primera vez que me sentí sola y desprotegida, por lo que pensé en adoptar un perro.

Me encontraba muy cerca de la frontera hacia Chile, la verdad nunca pensé que debía llegar hasta allí, pero en aquel momento era una idea grandiosa. Lo único que me frenaba entre un lugar y otro era la imponente Cordillera de los Andes.

Pase la noche y al despertar estaba decidido, me iría a Chile. Algo dentro de mí me decía que ese era el camino correcto, luego ya el destino me explicaría el porqué de ese arranque de adrenalina que sentí al tomar la decisión.

Me fui al camino y comencé a pedir un aventón, una familia muy amable me llevó consigo, sin embargo no harían el recorrido completo. A pesar de las advertencias de lo peligroso que era decidí bajarme, las preocupaciones para mí no existían. Como lo dije antes, tenía un ángel guardián.

Sin embargo las cosas no salieron como las había planeado, estaba allí parada en el medio de la cordillera y no había una sola alma, ningún carro pasaba.

Mi única opción era pasar la noche metida en unas aguas termales que estaban cerca así que comencé a caminar en esa dirección cuando una camioneta se detuvo y me preguntó que quién era y por qué estaba ahí sola.

Capítulo III

A pesar de que nadie tenía permitido hospedarse, estas personas lograron que me quedara en una cabaña, gracias al cielo, porque si no quién sabe que habría sido de mí. Al día siguiente y ya perdiendo las esperanzas de llegar a Chile conseguí que alguien me llevara hasta Copiapó, al fin estaba en Chile.

Ese mismo señor, gracias a su trabajo me consiguió boletos para ir a San Pedro de Atacama. Al llegar la primera impresión no me gustó nada, era un sitio muy costoso debido al turismo extranjero que ahí llegaba. Nada que ver con el tipo de viaje que yo quería, pero lo di una oportunidad. Nuevamente el destino llevándome hacia los lugares donde tengo que estar.

Tras unos días encantada de hablar con personas de otros países y conocer muchas de sus historias conseguí trabajo en una agencia turística por lo que logré hacer los viajes gratis y disfrutar de la ciudad mientras me pagaban.

Luego me enteré que a ese lugar le llamaban San Pedro de Atrapama, pues quienes llegaban se quedaban, como en mi caso. Aunque yo estaba segura que mi viaje continuaría… y lo hizo, pero no de la forma que yo esperaba.

Capítulo IV

Ya llevaba un mes trabajando en la agencia turística cuando conocí a Guillermo, en cuanto nos empezamos a conocer me impresionó lo parecido que éramos, teníamos la misma forma de ver la vida, pero sobre todo, las relaciones. Nuestro lema era “nadie es de nadie, somos libres”. Y de un momento a otro, y sin pensarlo muy bien, nos enamoramos, aunque yo sabia que mi viaje debía continuar.

Al cabo de un mes comencé a trabajar en un restaurante, había pasado demasiado tiempo y mi cuerpo quería moverse de lugar así que, aun estando en una relación, me iría a Argentina nuevamente. No tenia que ser mucho problema, al fin y al cabo éramos libres ¿no?

Así pensaba… sin embargo, aunque Guillermo seguía manteniendo su lema de una relación libres y sin ataduras, cada vez dependía más de mí y no solo en lo emocional. Llegó un momento en donde yo tenia que pagar la gran mayoría de las cosas y eso estaba mermando mi capacidad de ahorro, lo que era igual a acortar mi viaje, cosa que no me hacía sentir muy cómoda con el desarrollo de nuestra historia.

El sabia de mi viaje a Argentina y estaba de acuerdo, pero justo antes de partir dijo que iría conmigo. Algo dentro de mi no estaba bien con esa decisión.

Capítulo V

Fue en este viaje que me di cuenta que mi mundo de ilusiones con este chico eran solo eso, ilusiones. Porque entre más pasaban los días más me daba cuenta de que no éramos compatibles en lo absoluto.

Guillermo era como una piedra en el zapato, sabes que está ahí y te molesta, pero igual sigues caminando con ella porque sientes que detenerte, quitarte el zapato y sacarla de ahí es muy engorroso.

Yo me fui una semana antes pidiendo aventón, de esta manera logré llegar a Jujuy en donde conseguí quedarme en la casa de una amiga de mi mamá. A la semana siguiente fui a buscar a Guillermo en la terminal, no era mochilero así que viajar a dedo no era algo que el quisiera hacer.

Esperando por Guille llegó un bus del cual se bajó mi otro ángel de la guarda, uno de carne y hueso. Era Magda, una mochilera que conocí tiempo atrás en mi pueblo y que me había abierto los ojos a este maravilloso mundo. Sin saberlo, ese era el primer día de mi nueva historia, la que estaba creando desde el día en que cumplí 20 años.

Luego de algunos minutos el bus de Guillermo llegó, y desde el momento en el que se bajó yo sabía que algo no andaba bien, algo dentro de mí me decía que no era por ahí el camino que debía seguir, pero no escuche mi intuición y seguí adelante.

De inmediato mis gastos se duplicaron, a mí me parecía una aventura divertida dormir en cualquier lugar, a él no le parecía tan gracioso como a mí, así que nos fuimos a un hostal. Sin embargo en la zona no había mucho que hacer y los días se volvían aburridos, por lo que tomamos nuestras cosas y nos fuimos a un pueblito cercano.

Finalmente llegamos pero nuestra aura era muy tensa, estábamos peleados y pasando frio, pedí a la dueña del lugar en donde nos quedaríamos que por favor nos dejara trabajar allí. Los gastos eran muchos y necesitábamos recuperar nuestros ahorros. A regañadientes acepto ¡menos mal!

Nuestra labor seria ir hacia la terminal a atraer huéspedes al hostal. En otro momento me hubiese encantando, de los hostal me encantan los grupos que se forman y las personas que puedes llegar a conocer. Pero en ese momento no me sentía yo, Guillermo no me dejaba de pesar y me encerré en mi propio mundo, me volví introvertida.

Capítulo VI

Pero eso no duraría mucho, al pasar unos días llegó al hostal un grupo de tres chicos de Rosario, uno en especifico me hipnotizó. Quién diría que gracias a él conocería a la persona más importante de mi vida.

Se llamaba Alejandro y las cosas entre nosotros fluyeron desde el primero momento. Ya en la noche estábamos junto su grupo cenando y bebiendo vino.

El ambiente, en retrospectiva pudo haber sigo algo extraño, pero en ese momento yo me encontraba flotando entre las nubes. Alejandro a mi derecha y Guillermo sentado a mi izquierda, sabiendo muy dentro de si que yo ya había pasado el umbral.

Y si, yo también lo sabía, luego de que uno pasa por ahí no hay vuelta atrás, me encontraba hechizada, totalmente cautivada.

Siempre he sido muy enamoradiza, no está de más decirlo. Pero en ese momento las cosas iban mucho más allá, a eso se sumaba nuestra conexión, algo nos unía, algo que no podíamos controlar.

Ya al finalizar el día estaba entregada a esa sensación que me invadía de pies a cabeza, me superaba, no podía combatirla, y aunque pudiera, tampoco habría querido. Guillermo se encontraba celoso, una muestra de que lo que yo sentía era real, y era mutuo.

Alejandro y sus amigos estarían un mes en el hostal, tan solo saber eso me bastó para terminar lo que fuera que tenía con Guillermo, era lo mejor para los dos.

Todo fluía muy fácilmente, no sabia que en la vida real las cosas serian un poco mas complicadas.

Capítulo VII

A la mañana siguiente desperté feliz, apenas me levante de la cama fui a la zona común del hostal a encontrarme con Alejandro, quien para mi sorpresa tenía sus maletas preparadas, “me voy a Bolivia” me dijo. Yo quede en shock.

Para ese entonces hablar con Magda era como hacer catarsis, cuando le comenté lo que me había sucedido me dijo, como muy buena amiga “no hagas lo que siempre haces, no te ofrezcas en bandeja de plata para que te rompan el corazón”.

Ella tenía razón, lo conocí unas pocas horas y nos besamos, fue solo eso, pero entonces ¿porque yo no podía dejar de pensar en él?

Ale se fue, Guille también, me quede sola en el hostal, me sentí sola por primera vez en mucho tiempo. Hablando con Magda me comentó que se iría a Tilcara a construir con adobe, no dude dos minutos en unirme al plan.

Aunque la pase genial, seguía con la cabeza echa un desastre. Desconcertada regresé a casa para tomarme unos días para pensar. Le llegué de sorpresa a mis padres y tras contarles todo me dijeron “hija, eso no es amor, es solo calentura” mi primera reacción fue decir “¿pero que van a saber ustedes sobre la conexión que tuvimos?” Pero bueno, algo de experiencia deben tener tras 30 años de casados ¿no?

 Una noche decidí lanzarme y lo busqué por Facebook con filtro de su lugar de nacimiento, no tendrá un nombre tan común, pero ciertamente no era el único. Tras varios intentos di con su perfil y sin pensarlo mucho le escribí un mensaje, el cual me respondió, y yo le respondí, y rápidamente comenzamos a hablar muy seguido.

Pero las cosas no salían como yo esperaba, así que era momento de seguir mi intuición y arriesgarme “te quiero ver” le escribí, a lo que me contestó “estoy en La Paz, vente y andamos juntos, te espero”

Capítulo VIII

Creo firmemente en que es mejor arrepentirse de las cosas que se hacen que de las que se dejan de hacer, así que al día siguiente tomé mi mochila y crucé todo un país a dedo. Jamás pensé que ese seria el comienzo del resto de mi vida.

Finalmente llegue a La Paz, nos encontramos y desde esa noche comenzamos a vivir juntos. Cuando se es mochilero es común que estas cosas sucedan, entre los viajes y las cosas por resolver cada día, queda muy poco tiempo para la etapa mielera del comienzo de una relación.

Iba todo bien, hasta que nuestro primer gran problema llegó

“Yo me voy a Ecuador” me dijo, “Yo me voy a Brasil” le dije. Pero, luego de un mes nos fuimos juntos a Brasil.

Estábamos enamorados, los dos sentíamos una conexión que no habíamos sentido jamás. Luego de muchas horas de carretera y con nuestras mochilas a cuestas nos enteramos de una noticia que nos cambió la vida, estábamos esperando un hijo. Desde el momento uno fue una alegría para nosotros, no tanto para nuestros padres.

No podrían creer que estábamos a punto de comenzar una familia con un completo desconocido, de mochileros, sin un centavo y durmiendo en carpas. Pero así fue y no nos arrepentimos.

Como la noticia fue lo suficientemente sorpréndete para nuestros padres, nos decidimos a volver a Argentina, parando primero en Rosario a conocer a los suyos y luego volver a La Cumbre para ver a los míos.

Al día de hoy soy muy feliz con la vida que decidí vivir, aprendí a seguir mi intuición aun conociendo los riesgos que estos podría significar. La intuición no miente, y aunque en algunos momentos podamos sentirnos perdidos está más que claro que siguiendo sus pasos nada podrá salir mal.

Definitivamente nuestra vida cambió, ya no viajamos como antes y ahora es seguro que debemos tener muchas más precauciones al hacerlo. Pero eso es parte de la vida ¿no? Cambiamos algunas alegrías por otras, y resignificamos lo que es la libertad para nosotros.